Gloria eterna a 'La Paquera de Jerez', en los cielos y en la tierra

Hace 20 años decíamos adiós a una de las voces fundamentales de la historia del flamenco, un huracán lleno de temperamento que, sabiendo lo que se avecinaba, le pidió a su familia que le trajeran ropa de casa porque "a mí no pueden verme así cuando llegue yo ahí arriba"

El 26 de abril de 2004 nos dejaba Francisca Méndez Garrido 'La Paquera de Jerez'.
El 26 de abril de 2004 nos dejaba Francisca Méndez Garrido 'La Paquera de Jerez'. Paco Sánchez

Desde su primer quejío, hasta su último lamento al Cristo de la Expiración en aquella habitación de Asisa tal día como hoy de hace 20 años, Francisca Méndez Garrido La Paquera de Jerez (1934-2004) fue un volcán jondo y flamenco con el que se ponía firme a todo el que tenía enfrente. Dos décadas después de su marcha, el legado que nos dejó sigue impertérrito en la génesis de una familia cantaora que es su mayor salvaguarda, así como el tiempo — que es el mejor juez para las cosas del arte— continúa empoderando a una figura tan espontánea como cabal y tan intuitiva como visceral.

Ella, tan única como irrepetible, sigue siendo hoy en día uno de los pilares fundamentales sobre los que se sostiene el flamenco más actual en Jerez, por muchos factores y valores. Quizás, el más importante de todos ellos fue tener la capacidad en aquellos tiempos — muy distintos a los de ahora— de formar parte de esa camarilla femenina que no se amedrentó y plantó cara a los estereotipos establecidos. Ahora lo llaman empoderamiento, pero antes era valor, coraje y casta. La que, por otra parte, nunca le faltó, para tirar hacia adelante día tras día con su mejor arma: su cante.

Y es que en la figura de La Paquera de Jerez se producía la simbiosis de poder acunar el dolor, la furia, el gozo, el júbilo, la alegría o el lamento cada vez que abría la boca, con una capacidad de transmisión fuera de toda dura. Y tan moderna como clásica. Porque tenía esa difícil capacidad de emocionar al purista como al neófito, ya bien fuese tirando de los estilos más pretéritos, como caracoleando o enduendando las composiciones de su autor de cabecera: Antonio Gallardo Molina.

Sin lugar a duda, La Paquera de Jerez pasará a la historia como un fenómeno que emergió de aquella época en la que la transmisión oral — también llamada escuela natural— fue forjando a una artista que nació en la calle Cerrofuerte, que atesoró en su garganta la esencia del son especial y la casta pescaera de los Méndez y que enarboló la bandera del cante y los cantes de su tierra, con nombre de mujer.

La Paquera, en una imagen de archivo.
La Paquera de Jerez, junto a Manuel Parrilla, en una imagen de archivo.

La Paquera de Jerez: genio y figura

Cuentan sus más allegados, que cuando llegaba a los tablaos o recintos donde se celebraban los festivales de verano más emblemáticos "se ponía firme hasta el que abría la puerta". Tan es así, que durante la década de los 70 y los 80 era la cantaora que más caché tenía en el escalafón. De hecho, en el año 1973, el listado en el que guardaba Pulpón lo que cobraba cada uno de sus artistas reflejaba que cobraba 30.000 pesetas — de la época— por actuación. Ahí es nada. Solo Antonio Mairena ganaba más dinero que ella.

Desde que a los 16 años colgara el delantal para subirse a los escenarios — con el apoyo de Aurelio Sellés— y años más tarde comenzar a grabar sus primeros discos, su voz se colaba en todas las casas a través de las radiofórmulas que se convirtieron en la banda sonora de las mañanas en muchos hogares mientras se hacía el cuerpo de casa.

Y desde que debutara en El Corral de la Morería en 1957, con solo 23 años, comenzó a fraguar un legado donde comienza a escribir con letras mayúsculas su trayectoria artística. De hecho, su paso por la capital del reino dejó tal huella que, donde tuvo su domicilio, el Ayuntamiento ha colocado una placa indicando que "en esta casa vivió la cantaora flamenca Francisca Méndez Garrido La Paquera de Jerez, una de las voces más emblemáticas del arte español, medalla de oro de las Bellas Artes en el año 2004".

Escoltada por su inseparable Manuel Fernández Molina Parrilla de Jerez (1945 – 2009), enumerar las noches de gloria que ha protagonizado en las noches flamencas programadas por los festivales de pequeño, media o gran formato sería una cuestión casi imposible. No obstante, para el recuerdo de los aficionados quedará por siempre aquella noche en el Hotel Triana, en la noche del 20 de septiembre de 1988, durante la V Bienal de Flamenco de Sevilla, junto a toda su familia. Sólo por citar una de ellas.

https://www.youtube.com/watch?v=P3uSDq9tvQ4

La Paquera, Parrilla y Gallardo: el dream team jondo jerezano

Aunque sería injusto olvidar el poso caracolero que tiene el cante de La Paquera de Jerez, no es menos cierto que sin la participación de Antonio Gallardo Molina como compositor de gran parte del legado discográfico que guardan las fonotecas flamencas más preciadas, su trayectoria sonora sería bastante distinta. Al igual que no sería la misma tampoco sin Parrilla, su fiel escudero a la bajañí, a pesar de que han sido muchos los tocaores que han pasado por su lado.

Y es que este dream team jondo jerezano compuso una terna difícil de superar, convirtiendo en éxitos rotundos temas como Maldigo tus ojos verdes, Tientos del Querer, La luz de tus ojos grises, Bulerías de la plaza del Arenal o un sinfín de letras por serranas, alegrías, fandangos, soleares, cantiñas, alegrías, tangos o tientos, además de sevillanas y villancicos, hacen temblar a aquellos que limitan y encorsetan a La Paquera de Jerez como una Reina de la Bulería. Solo hay que comprobar su extenso legado en vinilo para darse cuenta de que era una cantaora larga, que sabía mucho de cante y que conocía perfectamente los distintos estilos de los cantes.

Antonio Gallardo y La Paquera, en una imagen de archivo.
Antonio Gallardo y La Paquera, en una imagen de archivo.

Por eso, para quienes le profesamos aún cariño y admiración, fuimos testigos de algunos de sus éxitos arriba y abajo de los escenarios, pudimos disfrutar de su compañía en las fiestas veraniegas en Rota y, por otro lado, vimos también como se apagaba acompañada por su Cristo de la Expiración, aquella noche del 26 de abril de 2004, ni podemos ni debemos olvidar que hoy, hace 20 años, decíamos adiós a una de las voces fundamentales de la historia del flamenco, un huracán lleno de temperamento que, sabiendo lo que se avecinaba, le pidió a su familia que le trajeran ropa de casa porque "cuando llegue yo ahí arriba, a mí no pueden verme así".

Sobre el autor:

David Montes

David Montes

Comunicador, flamencólogo.

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