La multinacional que nació en un garaje y se expandió gracias al 'Steve Jobs' de la Sevilla 'profunda'

TEJ Wheels comenzó siendo un negocio más de hierros. Un hombre que dejó el colegio con 13 años acabó siendo un ingeniero no reglado que innovó creando con sus manos su propia maquinaria para mejorar la producción. Hoy exportan a 50 países desde Cantillana

La segunda y tercera generación de Eduardo Jiménez, la multinacional sevillana que nació en un garaje.
La segunda y tercera generación de Eduardo Jiménez, la multinacional sevillana que nació en un garaje. MAURI BUHIGAS

Uno puede caminar por Cantillana y fijarse, por ejemplo, en los numerosos talleres de costura que pueblan la localidad gracias a la popularización de su mantoncillo de flamenca, prestigiado en los últimos años gracias al famoso enrejado que se enseña de generación en generación. Pero hay un secreto en el pueblo. Un lugar de Andalucía, de los que cada vez quedan menos, donde huele a metal ardiente, a industria.

Una empresa de la que apenas se ha hablado, pero que tiene una factoría de 24 horas de funcionamiento y que exporta a todo el planeta, con filiales en otros continentes. Un taller de casi un siglo que, de buenas a primeras, se ha convertido en un ejemplo de que el sector secundario, el de la industria, puede funcionar en Andalucía, produciendo llantas para maquinaria agrícola. Se llama TEJ Wheels desde que en la pasada década la tercera generación decidiera dar el salto internacional y diera un nuevo nombre a los Talleres Eduardo Jiménez.

Eduardo Jiménez, nacido en 1945, es la segunda generación. Ya jubilado, sigue yendo cada día a su empresa, aunque son sus tres hijos, esa tercera generación, la que lleva las riendas. También Eduardo se llamaba el fundador. "Decir que salimos de la nada sería decir que había algo. Y no había nada. 75 metros cuadrados, de una planta baja de una casita", rememora Jiménez, segunda generación, al que, para el reportaje, ante la repetición de nombres, llamaremos, aun con sus canas, Eduardo hijo

El fundador era herrero y se dedicó, desde finales de los años 30, a sobrevivir, a sacar adelante un salario en tiempos difíciles. Una herrería que fue creciendo a medida que se iban modernizando los cultivos de los campos en la Vega del Guadalquivir, y a medida también que surgió el desarrollismo en Sevilla capital y alrededores. Todo lo que supusiera un trabajo de hierros era susceptible de ser trabajado por la familia Jiménez. Promociones de vivienda, por ejemplo, en barrios que fueron floreciendo en la capital.

Las imágenes de TEJ Wheels por dentro, la multinacional de Cantillana
Eduardo Jiménez, en su fábrica.  MAURI BUHIGAS

Pero hubo tiempos malos, en los que "estuve cerca de tirar la toalla" sobre su negocio. Evolucionó a ofrecer todo tipo de servicios para las maquinarias del campo, a ser taller de maquinaria agrícola. Un filón que no desaprovecharon para reinvertir ganancias en innovación. Cuando nadie apenas usaba el término 'I+D+i', los Jiménez sembraron para el futuro.

"El único secreto es hartarse de trabajar", dice el hombre de la segunda generación. "Si haces todos los días lo mismo, conoces los detalles y ganarás gracias a tu esfuerzo". Pero fue a más. Porque sin estudios reglados de ingeniería, a fuerza de pensar y repensar los procesos de producción, y a fuerza de leer mucho libro técnico, desarrolló una ingeniería propia. Y eso que "con 13 años dejé el colegio". "A mí muchos ingenieros me consideran ingeniero. He construido muchas máquinas con mis propias manos".

"Mi padre es un inventor"

"Cuando empecé, el trabajo de las máquinas se hacía con mucho esfuerzo, eran manuales, no había nada eléctrico". Los tiempos del carbón, de los fuelles soplando a pura brazada. Por eso va surgiendo la necesidad de incorporar máquinas. No Eduardo, sino la humanidad. Solo que Eduardo lo hace en paralelo a los diseños surgidos, por ejemplo, en Alemania, construyendo sus propias máquinas.

De hecho, hay partes de la fábrica que prefieren que no se fotografíen. Cuando alguna vez ha habido alguna visita de algún proveedor, por ejemplo, la respuesta ha sido: "No sabíamos que así se podían construir ruedas". 

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Adib Nouichi, jefe de exportaciones, ante un mapa mundial con destinos donde venden.  MAURI BUHIGAS

"Mi padre es un inventor, lo que piensa esa cabeza solo se le ocurre a él", dice Eduardo Jiménez de tercera generación, al que llamaremos Eduardo Jiménez el nieto. Ahora es el hermano que se dedica a la gerencia. "Hemos pasado por todos los puestos de la fábrica", rememora. Sus otros dos hermanos, Javier y Jesús, se dedican a otras funciones como la producción o la salida al extranjero.

Otro secreto se puede leer en las paredes de la fábrica, para lectura de empleados y visitantes. Un pequeño esquema sobre una pared que reza principios para la eficiencia. Cuestiones que salen en los manuales del mundo de la empresa, pero que se recuerdan a los trabajadores diariamente, como tratar de dominar la producción, ayudar a repensar los procesos, o mantener limpias las zonas de trabajo. Eduardo de segunda generación, de hecho, a pesar de su jubilación, durante un paseo para el reportaje, pide a algunos empleados que echen un ojo al suelo, que se ve sucio.

Las llantas, desde hace algo más de una década, son prácticamente el único negocio que se realiza. Y ya no se trabaja para la zona, sino para el mundo. Algún agricultor que necesite arreglos, aún hoy se acerca por TEJ Wheels, pero incluso derivan a otros talleres de la zona porque la plantilla, más de 140 empleos directos, se dedican en exclusiva a las llantas agrícolas.

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Una parte del proceso de elaboración de una llanta.   MAURI BUHIGAS

Una de las claves del crecimiento, explica Eduardo Jiménez de segunda generación, ha sido triunfar donde otras grandes compañías han tirado la toalla. La fabricación de ruedas se ha ido centralizando y muchas factorías fueron cerrando en España. Hoy apenas queda TEJ especializada en la rueda agrícola. Hoy trabajan con gigantes del sector como Kubota, empresa japonesa que les confía la producción de llantas.

Pero entre aquel crecimiento de la segunda generación y la tercera ha habido un gran salto. Y fue la crisis económica. "Fue cuando pensamos que teníamos que hacer crecer el negocio", porque en España la clientela lo pasaba mal, cuenta el actual gerente, Eduardo el nieto. De ser una empresa importante en la comarca y la provincia, a abrirse al mundo. Adib Nouchi ha sido uno de los puntales de esa expansión.

Las imágenes de TEJ Wheels por dentro, la multinacional de Cantillana
Un empleado en el tajo en TEJ Wheels.  MAURI BUHIGAS

Llegado a la empresa en 2011, marroquí de origen aunque ya con muchos años en España, ha sido fundamental en la expansión. Gracias a sus cuatro idiomas, y gracias a que la empresa vio un filón en el crecimiento del sector primario en Marruecos, la idea ha sido adaptarse a clientes diferentes. Porque no calzan las mismas ruedas las máquinas en Europa que el Norte de África, Estados Unidos u Oriente Medio. El clima, el tipo de cultivo sobre el que se trabaja... Todo eso exige una enorme variedad de llantas, y ahí es donde TEJ ha ejecutado ese salto. 

"En el año 2000 trabajamos para España y Portugal, hoy son más de 50 países. Tenemos una delegación en Marruecos, porque entendimos que el cliente de allí, por más que negocies en ferias y eventos, quieren que estés siempre en su país", explica Jiménez nieto

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Eduardo Jiménez camina por TEJ Wheels.  MAURI BUHIGAS

La apuesta fue arriesgada cuando llegó aquella crisis de 2008: "Echar dinero para crecer o morir". Y no murieron, sino que al contrario, han alcanzado ya picos de facturación en 2023 de más de 20 millones de euros, que esperan que sean 50 a finales de esta década. 

Será a base de tesón, como hasta ahora, en una industria que, efectivamente, en parte es estable, porque siempre habrá que cultivar, pero que a la vez implica la necesidad de estar continuamente acudiendo a ferias, seguir innovando en la producción. El pasado 2023, han sido más de 100.000 ruedas las producidas.

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Llantas, en la factoría de Cantillana.  MAURI BUHIGAS

La dinámica actual pasa, cuentan los Jiménez, por inculcar cultura de empresa y contribuir en el entorno. "Aquí, quien entra y está seis meses trabajando, sabe que puede pasar a un puesto mejor. Y límite no hay, porque soy gerente y estoy deseando que llegue alguien y lo haga mejor que yo". En TEJ explican que fomentan la formación de su personal y que incluso cuando un trabajador no cuaja, da referencias a empresas del entorno. Trabajan con universidades, con centros de formación profesional y ofrecen sus propios cursos internos para la promoción y la mejora de los empleos. 

Una historia surgida gracias al ingenio de un veterano que se dedicó a repensar los procesos de fabricación y apostar por la industria en una Andalucía cuya primera industria hoy es el turismo. Un Steve Jobs de Cantillana, en la Sevilla profunda, que creció en un taller de herrería y de maquinaria agrícola y que en sus hijos ha visto el negocio cruzar el planeta. Una historia que pocos creían que existiría en Andalucía. Una Andalucía donde todavía, afortunadamente, hay fábricas. 

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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