Varias mujeres se protegen del sol en la Feria de Abril de Sevilla.
Varias mujeres se protegen del sol en la Feria de Abril de Sevilla. MAURI BUHIGAS

Corbata a modo fular, restos marinos de Los Alcores en espalda y trasera del traje, el último empujón y en casa, tremenda chicotá, de este año sin capirotes y veremos cuánto de capotes, tras el pescaíto iluminado, santo y seña inaugural de la Semana grande de la ciudad de Sevilla.

Los cementerios están llenos de cenas copiosas, siendo su obligada digestión, motivo de demora temporal entre farolillos ante los brazos de Morfeo. El pescado y marisco, cuyo origen está en el estuario del Guadalquivir, desde Alcalá del Río - esperemos pronto regrese a Cantillana - hasta Sanlúcar de Barrameda, nos hace ser longevos, con calidad de vida gracias a ser uno de los pueblos con mayor consumo a nivel mundial por habitante y año. Su reconocimiento social más que importante y a nuestra verdadera gastronomía, obligada legal protección. 

Un chiringuito a pie de playa, chozos o un sombrajo en el camino vendiendo sandías y melones, nos resultan familiares y placenteros, sin olvidar las cabañas con materiales reutilizados de épocas infantiles - respecto a chabolas, sueño con que dejen de existir más pronto que tarde -. Un poblado de casetas, engalanadas para vivir relaciones humanas durante sólo una semana al año, acogiendo al conocido visitante, se definiría Nómada, como el segundo apellido de mi amigo Antonio. 

La necesaria hidratación para compensar el concentrado calor bajo el no permeable toldo, se lleva mejor con un plato de jamón, incluso de acompañamiento al café. 

La energía eléctrica para iluminación y música de fuentes renovables, con agua caliente termosolar para cocinar y desinfectar, un plan de sombra natural exprés en el recinto, acompañado de un agradable paseo de caballos, sin atascos y acorde al bienestar humano y animal, rodeado de casetas más bioclimáticas, fomentando el consumo de productos locales y ecológicos certificados CAAE incluyendo recepciones oficiales, y ningún sevillano que quiera sin caseta.

Es sabido y necesario recordar que lunes no es día de pescado fresco, nuestro gran tesoro. Me acabo de cruzar con otro incansable, este va de pico -el faldón delantero izquierdo de la camisa sobresale parcialmente ocultando el cinturón-, al haber tenido muchos compromisos. Sarna con gusto no pica.

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