Un salón de bodas.
Un salón de bodas.

Ayer nos hicieron un préstamo, un familiar más que generoso nos dijo "llévatelom te lo presto y ensayáis". Me encanta el flamenco y mi pareja siempre deseó aprender a tocar el cajón, y aquí está, en casa, delante de la ventana del salón como si formara parte de la decoración de la misma desde siempre. Inevitablemente, la observo mientras golpeo las teclas del teclado para hablaros de ella.

También mientras la miro y no pienso que haya sido por casualidad un pajarillo ha entrado en el balcón y se ha posado por unos instantes entre los pequeños tallos de nuestra gardenia, (todas las mañanas desde hace ya una semana al levantarme me dirijo hacia ella deseando de descubrir en ella una de sus fragantes flores). Tal vez la música que hagamos con la caja la ayude a florecer antes, dicen que a las plantas les gusta la música.

Sea como sea en este preciso instante tengo delante de mí a un cajón flamenco y a mis gardenias, las cuales esta primavera están más misteriosas que nunca. Me relaja observar en silencio tanto al uno como a las otras. 

Tendremos en casa el cajón flamenco hasta finales del mes de junio, donde espero tome protagonismo en la celebración de nuestra boda. Seguro que muchos de los que me leéis estaréis pensando aquello de "no te cases, aún estás a tiempo", si estáis pensando eso es porque ya tuvisteis vuestra boda y os habrás salido mejor o peor, pero yo no podré opinar nunca si no lo experimento por mí misma, además os aseguro que no hay una pareja con más ilusión por casarse que yo y mi chico. Las habrá con el mismo entusiasmo, pero jamás que nos superen en ello.

Volviendo al instrumento de percusión que tengo en casa y aparte de que como ya dije combina perfectamente con la decoración, creo que deberíamos haberlo traído a nuestro piso mucho antes, concretamente en el momento en el que mi pareja y yo nos sentamos con la lista de los invitados en el sofá de casa para intentar encajar a los mismos en mesas de doce. 

Juntar en una mesa a personas en grupos de doce parece no ser para nada complicado y en un principio pensamos haberlo conseguido en poco más de diez minutos, pero claro, cuando das un segundo vistazo al conjunto de invitados que has conformado en grupos de media docena de personas te das cuenta de que más de uno se le puede atragantar el solomillo debido al comensal con el cual ha de compartir la velada. "no me sientes al lado de este o del otro", "recuerda que mengano no se lleva bien con fulano" y siempre hay alguien que no sabes donde encajar porque solo te sobra sitio en una mesa de maduritos y puede que la invitada que no te encaje sea solterona, pero es joven y tampoco quieres que os odio para los restos por haberla puesto con la mesa de fans de Manolo Escobar.

Y cuando por fin parece que encajan todos, te das cuenta de que aun algunos invitados no te han confirmado al cien por cien su asistencia, aunque ya los tienes perfectamente sentados a todos en sus mesas. Y prefieres ni pensarlo, olvidarte de las mesas hasta que el responsable del catering te presione para que le envíes por mail la organización definitiva, a menos que un día antes algún invitado desconsiderado te diga "lo siento no puedo asistir". Un poco locura todo, ¿no creen? No piensen que exagero si no pueden ponerse en nuestra misma situación.  

Por este domingo ya vale de opinar, pero por si se confunden que quede claro que estoy disfrutando la organización de mi boda cómo nunca pensé que lo haría a pesar de la intolerancia de los seres humanos los unos con los otros que lo hace todo más complicado, no solo la organización de algún que otro evento. Les deseo un buen final de semana y feliz comienzo de la que estar por llegar, yo de momento me pongo a practicar con mi caja que la música, el mal espanta y el ánimo levanta. 

"Cuando entiendas que hay otra forma de ver las cosas, entenderás el significado de la palabra Tolerancia". Dalai Lama

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