El centro de Jerez está en plena forma a nivel hostelero, y no solo por tener un par de restaurantes con estrella Michelin. Son múltiples y variadas las opciones, y asequibles a todos los bolsillos, para comer sin pinchar a lo largo de esta segunda parte del acueducto de diciembre. Si llegas de fuera y no tienes claro dónde picar, tapear o sentarte a la mesa por derecho, o incluso si eres de la zona pero desconoces cuáles son los mejores sitios calidad-precio, aquí van algunas recomendaciones:
Taberna Jerez
Con la firma de Tabanco Las Banderillas, apenas unos metros separados entre sí, el negocio hostelero que comanda José Luis Pino es un clásico que no falla ni defrauda. Famoso por su rabo de toro, especialidad de la casa, no hay que dejar pedir algún pescaíto fresco o marisco. También tienen excelentes carnes a la plancha y un picadillo de corvina que merece la pena probar. Las tapas, solo en barra y terraza.
A Mar
Dirigido por Julián Olivares, que también tiene muy próximo un clásico de visita obligada en el centro de Jerez, Albores, A Mar es una versión superior en lo que a elaboración y cocina de producto se refiere. Sus grandes arroces o un foie caramelizado con crema de higos le han encumbrado hasta la Guía Michelin, donde aparecen en la categoría Bib Gourmand en cuestión de calidad-precio. Esta Navidad, además, el restaurante luce una decoración inmejorable.
La Cruz Blanca
Desde la amplia terraza de La Cruz Blanca todavía se distinguen detalles que impregnan al local de solera. Unos azulejos de Mensaque revelan que allí se erigía el depósito donde se guardaban los barriles de la antigua cerveza de este nombre en un negocio que regentan Encarnación Sañudo, conocida como Uchi, junto a su hijo, Miguel Tabernillas, desde hace más de 15 años.
De los fogones de este establecimiento salen tapas con diseño, comida tradicional que busca desmarcarse de lo común y está en constante actualización. La carta también presenta a los clásicos como la ensaladilla, los filetes de presa con salmorejo y jamón, los buñuelos de bacalao o la tosta con queso de cabra, cebolla caramelizada, miel y nueces. Además, incorpora productos de temporada como las setas o el atún.
Uchi y Miguel intentan innovar con frecuencia. “Estamos constantemente cambiando la carta, tenemos platos fijos que hemos dejado porque tienen mucha aceptación, pero hacemos sugerencias todas las semanas”. Los cambios también han llegado a la decoración, que se ha sometido a varias reformas, pero conservando la distribución original. “Cuando se abrió por primera vez se hizo más acorde a lo que había en aquella época, con una barra básica de madera, a la gente le gustaba mucho el cerveceo y el tapeo en barra”, expone el barcelonés mientras contempla el espacio en el que lleva gran parte de su vida.
El Trastero
Carnes de retinto, atún rojo salvaje y una ensaladilla de pulpo única en la zona. En las paredes del negocio de Manuel Benítez, Lolín para los amigos, hay todo tipo de utensilios que ha ido acumulando durante su vida. Desde las damajuanas que su abuelo llenaba de mosto hace décadas, hasta pequeñas jaulas para aves que usaba su tío, pasando por jarras de leche, una paellera antigua que tenía en el campo, una medalla de la Virgen del Rocío y hasta maíz de una plantación en la que trabajó.
Pero en El Trastero Tapas, un pequeño local situado en la calle Pedro Alonso de Jerez, lo más llamativo está en los platos, “una mezcla de tradición y vanguardia en un ambiente familiar”. Manuel Benítez, gerente del establecimiento, se encarga de que sea así. Este agricultor y ganadero dejó el campo y se arrimó a los fogones en 2008, cuando un amigo le propuso trabajar en la cocina de su negocio. “He aprendido a cocinar en el campo”, confiesa Lolín, quien añade: “Jamás he dicho que soy cocinero, yo soy guisotero”.
Lolín cuenta que la apuesta de El Trastero pasa por “acercar la gastronomía de La Janda a Jerez”, ofreciendo productos como el atún “a precios asequibles”. ¿Cómo lo consigue? “Dándole muchas vueltas a la cabeza. He eliminado muchos proveedores, voy yo directamente a comprar los productos”. Así logra ofrecer “buena calidad a mejor precio”.
Atuvera
La gastrotaberna que comanda Pablo Lázaro ha evolucionado el recetario tradicional jerezano gracias a una intensa fusión con la cocina asiática. Todo ello, en las antiguas caballerizas de una casa palacio del siglo XVIII que hoy son apartamentos turísticos, cerca del monumento que Jerez dedica a Lola Flores y muy cerca de la casa natal de la inmortal artista.
Hace siete años que empezó la aventura de Atuvera y cada vez es mayor el reconocimiento por su particular forma de entender y disfrutar la cocina. “Teníamos claro que teniendo a Lola Flores al lado había que hacerle un pequeño homenaje”, explica Ángel Villaescusa, que se encarga de la gestión del negocio.
En estos años, la carta de Atuvera han sufrido una profunda evolución, aunque preservando la ausencia de pretensiones y el alma de una propuesta de calidad pero desenfadada. Si algo sale de cocina son platos como los buñuelos de gambas de cristal de Huelva (con alga wakame frita, emulsión de aguacate y algas frescas y vinagreta cantonesa y espirulina), o el gambao. Un bao con un gambón macerado en curry rojo, con lechuga, cebolla morada, emulsión de kimchi y wakame, y con las cabezas del gambón salteadas al wok con polvo de tomate y kikos.
La ensaladilla ahumada con atún; el carpaccio de pulpo; la gyoza de carrillera; el brioche francés con cerdo desmigado y cebolla con tres texturas; los garbanzos al curry salteado con humus de remolacha —un must desde los inicios—; y el nido de chipirones con ajoblanco salteados al wok con encurtidos y crocantes, son algunos de los platos estrella.
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